El misterio de Cecilia Giubileo: la médica que desapareció sin dejar rastro en una institución del Estado

El misterio de Cecilia Giubileo: la médica que desapareció sin dejar rastro en una institución del Estado

La madrugada del 17 de junio de 1985 quedó marcada por uno de los enigmas más perturbadores de la historia policial argentina. Una mujer, médica, profesional del Estado, desapareció sin dejar rastro dentro de una institución pública. Se llamaba Cecilia Enriqueta Giubileo, tenía 39 años, y nunca más se supo de ella.

Una noche común… hasta que dejó de serlo
Esa noche, Giubileo ingresó como de costumbre a cumplir su guardia médica en la Colonia Nacional Montes de Oca, en el partido bonaerense de Luján. Eran las 21:38 cuando pasó por la garita de entrada. Estacionó su Renault 6 blanco, firmó documentos, atendió pacientes, e incluso certificó una defunción.

A eso de las 23:00, se dirigió hacia la Casa Médica, un edificio dentro del predio donde los profesionales pasaban la noche. Un interno, Miguel Cano, la acompañó parte del trayecto. Fue la última persona que la vio con vida.

Al día siguiente, su auto seguía en el mismo lugar. En la casa, estaban sus objetos personales: bolso, maletín, su abrigo… incluso sus zapatos. Pero Cecilia ya no estaba.

Dos días de silencio institucional
Durante 48 horas, ningún directivo de la Colonia denunció la desaparición. En lugar de activar un protocolo de emergencia, se inició un sumario administrativo por “abandono de trabajo”. Para cuando intervino la policía, la escena ya había sido alterada: la Casa Médica había sido limpiada y pintada, y no se realizó ningún peritaje.

No se preservaron huellas, ni se inspeccionaron pozos ni áreas sensibles del predio. Las pocas diligencias iniciales fueron confusas y sin metodología. El caso, desde el inicio, quedó marcado por la negligencia… o el encubrimiento.

Hipótesis que alimentaron el misterio
La falta de pruebas sólidas abrió la puerta a todo tipo de conjeturas. Algunas sostenían que Giubileo había abandonado todo voluntariamente, quizás para entrar a una comunidad religiosa o vivir en el extranjero. Circularon audios y testimonios dudosos desde Ecuador y Colombia, luego desmentidos.

Pero otras hipótesis fueron más inquietantes: Cecilia habría estado investigando irregularidades graves dentro de la Colonia, como presuntas extracciones ilegales de órganos o córneas de internos fallecidos. La versión hablaba de una red oculta que operaba con la complicidad de ciertos sectores. Algunos testigos declararon haber recibido amenazas, e incluso mencionaron la existencia de restos humanos ocultos que nunca fueron peritados.

Otra línea sugería motivaciones políticas. Su ex esposo era hermano de dos desaparecidos durante la dictadura, lo que alimentó la teoría de una posible venganza tardía o conexión con represores. También se mencionó un misterioso Ford Falcon gris que fue visto aquella noche estacionado cerca de la Casa Médica.

El paso del tiempo: archivo, impunidad y olvido
A pesar del tiempo, de las más de 700 fojas acumuladas, y del dolor de su familia, la causa nunca fue investigada como desaparición forzada. Se mantuvo bajo la carátula de “búsqueda de paradero”.

En el año 2000, el expediente prescribió. No hubo culpables. No hubo verdad. No hubo justicia.



El símbolo de una deuda histórica
Cecilia Giubileo desapareció en democracia, en un edificio del Estado, y dentro de una institución dedicada al cuidado de personas vulnerables. Su caso se convirtió en un símbolo del silencio institucional, del desinterés judicial, y de las zonas oscuras que aún persisten en organismos públicos.

A casi 40 años, su nombre sigue representando una ausencia que duele. Y un misterio que la justicia argentina aún no supo o no quiso resolver.

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